Kyoto es como ir al jardín japonés. Kyoto es como ir a miles de jardines japoneses. Todos tienen distintos diseños. Pero todos tienen la misma esencia. La tranquilidad se siente. La paz se respira. El silencio se escucha. La ciudad esta muda, pero la naturaleza no. La naturaleza grita. Se escuchan miles de pequeños ruidos. Todos vienen del parque. Son las hojas de los arboles, las pocas que quedan. Es el viento. Sera algún que otro grillito. Es eso y nada más.
Para mirar tenés dos opciones: o mirar las cosas directamente o mirarlas al revés. El reflejo es perfecto. El agua esta desmayada. La simetría no falla. Todo esta doble. El cielo, las nubes, los templos, árboles y demás.
El paisaje es una obra de arte. Es un lujo, un privilegio. No te distraes. Te concentras en la nada misma. No mirás nada, o mirás todo. Te colgás. Te perdés en el reflejo. El tiempo pasa y no te das cuenta. Es un mimo a la vista.
La gama de verdes es infinita. Árboles de todos los tamaños, de todas las alturas y de todos los tonos. Verdes siempre. Hay miles de verdes. Los salvajes son perfectamente salvajes, los podados están perfectamente podados. Los parques son simplemente perfectos. Desearías tener un jardín la mitad de perfecto que estos. La prolijidad es prioridad. La paz, una obligación.
No sabes bien cómo funciona. Pero ahí son totalmente respetadas. Su proceso de aprendizaje es largo, muy largo. Estudian y se capacitan, tienen que poder estar a la altura. Deben saber de ciertos temas, deben entretener. Cuando la gente adinerada solicita sus servicios, no pueden fallar. Una tradición de hace siglos. Se distinguen del resto de la sociedad, se pintan de blanco. Los labios muy rojos, los ojos también. Un look inconfundible. Rodete siempre. Ojotas con medias. Vestido largo y antiguo. Cuando pasan las geishas son inconfundibles.
Vas a su barrio, esperás que salgan. Esperas cruzarte alguna. Esperás que la suerte te acompañe, pero si las ves, ojo. No te podés sentar para mirarlas. No podes comer, no te podés sacar una selfie. Tu accionar está completamente condicionado. Fuiste censurado. Tu única salida es apreciar esos pocos segundos. Mirarlas con un poco de carpa. Algunas te saludan, se ríen. El momento pareciera ser incómodo. Te gustaría hablar, o simplemente ser vos, pero no querés. No querés interferir en su camino, no querés molestar. Lo más lindo es esperar a que pase alguna otra, tenés ganas de ver a la siguiente.
Kyoto tiene templos icónicos. El Golden Temple y el Bamboo Forest son un must. También tiene barrios modernos, mercados donde se mezclan miles de aromas y de especias. Tiene barrios tradicionales y tiene por sobre todas las cosas, jardines perfectos.