Israel es uno de los países más calientes en estos tiempos, y precisamente hacia allá nos dirigíamos. Preparados para lo peor; encaramos la frontera sur del país por tierra, la que une Jordania con Israel, más precisamente, Áqaba con Eilat. No fue tan grave. Unas preguntas precisas buscaban respuestas concretas, no como las de mi amigo el Francis al que le preguntaban hace cuánto que viajaba y responde con un cómodo «hace mucho». ¡Qué cintura! Claro estaba que para ese país con tan estricto control, esos datos no eran del todo suficientes.
Primera parada: Ein Bokek, el tan conocido Mar Muerto. Increíble. Diferente en todo sentido, era el Rey de los Mares. Salado, como ninguno, único en su especie. Tan tan salado, que no hay vida. Tan tan hundido en la tierra que es el lugar más bajo del mundo a más de 400 metros por debajo del nivel del mar. Se nota. Te metes al agua y te expulsa, te tira para arriba. Aferrarte al fondo es cosa seria. Gran entretenimiento. Es mucho mas shockeante de como te lo imaginás. Un mar impactántemente loco!
El color del agua no falla. La temperatura sí. Una mezcla de sopa y caldo no parece refrescar tanto como uno espera. También estate preparado para el show. Barro en todo el cuerpo, que se seque con el sol, y al agua pato. Fotito con la mascara de barro y aunque tan poco nos importe, la piel parece festejar. La mimamos.
Jerusalem está tan pero tan cargada de historia, que creo que causa sensaciones encontradas. Sagrada para todos: Cristianos, Judíos, Musulmanes y demás. La pide Israel, la reclama Palestina. Un centro histórico dividido en 4 partes. El Muro de los Lamentos acoge a gente que moviendo su cabeza para todos lados parece hablar con las paredes. Repiten palabras indescifrables.
El Monte de los Olivos está repleto de árboles que nos gozan firmes y quietos. Nuestra pobreza era tal que pensamos en afanarnos unas aceitunas, pero reculamos para evitar que se encule el barba. La Cúpula Dorada nos dio la espalda. «Solo para musulmanes» nos repetían en cada control.
La famosa habitación de la última cena parecía poco conservada. Soldados se agrupan de a dos o tres a cada metro posando con sus ametralladoras de forma intimidante. A cada metro, un arma. Caminas fuera de la muralla y parece verse difuso el límite entre ambos países.
Lleva todo con vos. Dejás la cámara a unos metros, y algún policía inmediatamente va a sospechar y te va a preguntar por la cámara. «Atentiii Ragazzi». La iglesia del Santo Sepulcro es de lo mejorcito. Ahí sepulcraron a Jesús y ahí adentro dicen que podría haberse revelado y resucitar. Se cansó y se fue. «Hasta pronto». Desde Jerusalem a Belen hay unos 10km de distancia. En territorio palestino esta la iglesia de la natividad, el lugar donde dicen que nació. Un agujero en el piso similar a una estrella marca el lugar exacto de la «creación divina».
Cualquier visita a Israel debería ser combinada con una a Palestina para tratar de entender un poco mejor el conflicto entre estos dos países desde ambos puntos de vista.
